Atronadores decibelios, chirriantes alaridos, infernales riffs, coplas infractoras de varias leyes...en definitiva, buena música.

domingo, 22 de diciembre de 2013

ON TOUR: THE POGUES (O2 ACADEMY, LONDRES - 19/12/2013)



Si me hubieran dicho a principios de año que iba a terminar en Londres, no me lo habría creído pero ni de coña, y ahora que estamos a finales del mismo pues aquí estoy, casi recién mudado, en mi domicilio londinense, después de una transición fantasma en la que he tenido que adaptarme (y sigo intentándolo) a un ritmo de vida frenético y exigente pero que parece dispuesto a convertirse en mi nueva vida. Pero ya hablaremos, o no, de mis andanzas en la capital británica; lo que hoy nos ocupa es el último concierto hasta la fecha, que espero que haya muchos más, en el archiconocido O2 Academy de Brixton, que en este caso es una de las dos fechas que dieron aquí The Pogues.

The Pogues es un grupo hacia el que tengo una gran devoción y al mismo tiempo me resultan bastante inclasificables. Probablemente no los incluiría en una hipotética lista de mis diez bandas preferidas e incluso de veinte, pero es un grupo que siempre tengo presente y, mejor aún, ha estado presente en muchas épocas de mi vida, con Shane MacGowan hablándome de tú a tú a través de sus magistrales letras llenas de poesía etílica, convirtiendo la decadencia y la miseria en algo bello y tendiendo puentes entre Brendan Behan y Phil Lynott, Joe Strummer y Luke Kelly. La magia de The Pogues es difícil de explicar pero fácil de sentir, y eso quedó demostrado en el concierto del pasado jueves. Tan difícil de definir como ellos mismos: patetismo, solemnidad, fiesta, declive...no es ni el mejor concierto de mi vida ni el peor ni nada de lo contrario, pero sí es una experiencia que recomendaría sin reservas a cualquiera.

Tras dos teloneros que cumplieron con puntualidad británica, salieron los Pogues con puntualidad irlandesa, lo que es lo mismo que decir bastante tarde. Bajo los primeros compases de A Pistol for Paddy García empezaba a bajar un telón de fondo con la portada del magnífico Rum, Sodomy & The Lash, el cual estaba de aniversario y prometían tocar entero. La cosa no podía ir mejor. A medida que avanzaba la intro fueron apareciendo Spider, Finer y los demás, siendo gratamente acogidos por el público, el cual reservó sus mayores aplausos, cómo no, para la torpe y desaliñada figura de Shane, alejado de los focos, y que se acercaba al micrófono entre pasos torpes en el mejor de los casos y tambaleo de alcohólico crónico en el peor. A partir de ahí, ya sabíamos que podía ocurrir cualquier cosa.

Enseguida me llevé mi primera alegría, pues atacaron inmediatamente Sick Bed of Cuchulainn, con Shane inventándose la letra cuando colaba y desafinando/balbuceando, cosa que pasó en repetidas ocasiones. Yo llegué a pensar que quizás mi inglés no fuera tan bueno, pero escuchando los jocosos comentarios de los demás espectadores ingleses me di cuenta de que, simple y llanamente, a Shane no se le entendía un carajo. Los años de alcohol y heroína sumados a su alborotadísima piñata no pasan en balde y aunque no impedían que Shane, en su taburete, se pegara sus generosos lingotazos de vodka y fumara un cigarro tras otro entre canción y canción, sí que se ausentaba de cuando en cuando para cederle el micro a Spider (que se encargó y de tremenda manera de The Old Main Drag y Jesse James) o a una grandísima Camille O'Sullivan (cantante de musicales, hasta donde yo se) para que firmara un I'm a Man You Don't Meet Every Day de categoría.

Igual esta descripción de cuanto aconteció puede parecer un flaco favor a la banda en general y a MacGowan en particular, pero nada más lejos de la realidad: el público estaba entregadísimo, cantando hasta la última sílaba de cuantos himnos de borracheras, despedidas, juergas y nostalgia que nos iban enviando los Pogues (menudo Sally MacLennane más divertido!); y que nadie desconfíe todavía de Shane, que se hizo valer y de menuda manera en algunos de los momentos más emotivos y emocionantes que he vivido en un concierto. Si bien en A Pair of Brown Eyes y en el clásico Dirty Old Town ya cumplió con creces, finiquitó la primera parte del concierto con un And The Band Played Waltzin Matilda tan solemne que nos puso los vellos de punta a todo el respetable.

La cosa no quedó ahí ni mucho menos, los momentos de salvajismo y juerga de Streams of Whiskey, Body of an American y la tradicional The Irish Rover seguían siendo tan celebradas por el público como en los momentos en los que Shane se convertía en el puto Sinatra de King's Cross. Rainy Night in Soho coreado por todo el público es algo verdaderamente memorable y que un servidor recordará siempre con cariño.

Pero si hablamos de cariño, vais a permitir que me ponga un poco más sentimental que de costumbre, y es que estas fechas siempre las llevo asociadas a ese himno navideño por antonomasia como es Fairytale of New York. Si esta canción no significa nada para ti, es inútil que lo explique, pero os aseguro que ese momento de anticipación en el que ves que Camille se sube al escenario para darle la réplica femenina, los primeros compases del piano, todo Brixton Academy cantando y el entrañable y obligado vals en el que esta vez fue la chica quien tuvo que insistirle a Shane y la nieve cayendo sobre el escenario es algo que si alguna vez tienes la suerte de ver y escuchar, ya me comentarás. Tan grande fue este momento para quien esto escribe que quizás no pueda valorar en su justa medida el fin de fiesta con, cómo no, la propia Fiesta, que incluía banda y público volviéndose majara al mismo tiempo.

La verdad es que no sabía que, al igual que en mi caso, para los ingleses los Pogues son sinónimo de navidad y por ello suelen retrasando su última gira, a los Stones, para tocar siempre en Diciembre. Yo no puedo estar más agradecido. Shane no está en sus mejores momentos y eso ya lo sabíamos desde hace mucho, pero bailar un vals mientras los chicos del coro de la policía de Nueva York cantaban Galway Bay en navidad es algo digno de repetir un año y otro y otro.

Keep on rockin'!