Atronadores decibelios, chirriantes alaridos, infernales riffs, coplas infractoras de varias leyes...en definitiva, buena música.

viernes, 18 de mayo de 2012

DISCOS QUE TENGO TIRADOS POR AHÍ (LVI): JUDAS PRIEST - BRITISH STEEL (1980)



Y por fin llegamos al que será el plato fuerte de la noche de hoy, los Judas Priest en tierras hispalenses. Siendo un grupo más que apreciado en este blog, hablaremos hoy de uno de sus discos más imprescindibles, indispensables, básicos y como quieran ustedes calificarlo pues no es frivolidad si hablamos del British Steel, disco que marca un antes y un después (otro cliché a la hora de hablar de un disco pero totalmente apropiado) en la propia historia del grupo y la del heavy metal en particular pues los de Birmingham se alejan de su sonido más puramente sabbathiano para abrazar un nuevo estilo que marcaría el pistoletazo de salida para las corrientes venideras de metal a ambos lados del pacífico en aquella década de los 80 que los Judas inauguraban de esta manera.

Encima no me negarán que un disco que alude a las raíces proletarias del grupo y su país (bien conocida es Birmingham por sus acerías) que incluso tiene cierta poesía, casual o no, situando el origen del metal donde sería lógico que correspondiera (y si alguien lo discute, recordemos que Black Sabbath también salieron de allí). Pero, ¿qué ocurre con aquellos de nosotros cuyos orígenes están bastante alejados de la pérfida Albión? Pues me atrevo a afirmar que todo amante del metal y, claro está, concretamente de los Judas, tiene su algún tipo de relación especial con este álbum, quizás incluso inconscientemente. No solo por sus fórmulas básicas para hacer heavy metal, algo alejadas de posteriores virtuosismos y complejidades, imitadas durante generaciones; miren ustedes la de versiones que se han hecho de sus temas desde su aparición, incluso un servidor ha llegado a interpretar cuatro temas de este disco en tres agrupaciones distintas, por algo será. British Steel es, por tanto, un disco que con su sencillez es uno de los trabajos más auténticos de los Judas: su macarrería, su espíritu rockero, esos temas de pocos acordes...todo forma parte de las reglas del juego que los propios Judas escribieron dejando este disco como evangelio.

La primera en la frente, ahí tenemos a Rapid Fire, clásico inmortal, dando comienzo al disco. Metal acelerado que debo admitir que ha mejorado en posteriores revisiones, pues es un tema que pide caña y sus adaptaciones thrasheras así lo han demostrado (se me vienen a la cabeza versiones de Vader y Testament). Es más, casi que prefiero la versión de Ripper Owens en directo, como lo oyen.

Me hace gracia la definición que hizo el propio Halford de Metal Gods, el siguiente tema: "Marvel Comics meet heavy metal"; otra muestra de como el metal no solo no está reñido con la épica pajillera sino que da lugar a himnos tan cojonudos como este. Y de himnos va la cosa, pues sigue Breaking The Law, clásico con tres simples acordes y mucha, mucha actitud. A continuación, Grinder, otra bofetada metalera que me apena que se quede fuera en los conciertos actualmente pero que es todo un señor temazo, con su ritmo grave y duro.

United es uno de esos temas pensados para ser coreados y que funciona también estupendamente, como ocurre con el animado You Don't Have to Be Old to Be Wise, tema con gran energía rockera imposible de dejar atrás. Por supuesto, algunos temas acaban haciendo más sombra que otros, como ocurre con la eterna y juerguera Living After Midnight, el tema de farra definitivo de los Judas, un clásico en los altavoces del coche.

Ian Hill dice que su tema preferido es The Rage, siguiente corte, pues se le da cancha para que introduzca el tema únicamente con su bajo. Acordaremos todos que Hill no es Billy Sheehan (tampoco es que le haga falta) pero sin duda es el eterno bajista del grupo y ahí lo tenemos en grandes temas como este, donde Halford canta con la misma rabia que su título propone. Queda para el final un tema de esos a los que les tengo también cierto cariño, un Steeler con alegato obrero incluído que concluye un magnífico disco que les quedó redondo a los Judas (quizás el comienzo de una etapa brillantísima).

Afilando este acero, como no, una formación mítica con Ian Hill y Dave Holland llevando la base rítmica para ese triunvirato formado por el binomio guitarrero de K.K. Downing y Glenn Tipton y la garganta de oro del emperador del metal Rob Halford. Hoy, más de 30 años desde que estos rebeldes con armadura de cuero alzaran el hacha, nos volvemos a ver las caras. Se que no fallaréis, Judas.

Keep on rockin'!

JUDAS PRIEST - BRITISH STEEL


1."Rapid Fire"  4:08
2."Metal Gods"  4:00
3."Breaking the Law"  2:35
4."Grinder"  3:58
5."United"  3:35
6."You Don't Have to Be Old to Be Wise"  5:04
7."Living After Midnight"  3:31
8."The Rage"  4:44
9."Steeler"                                              





jueves, 17 de mayo de 2012

DISCOS QUE TENGO TIRADOS POR AHÍ (LV): BLIND GUARDIAN - FOLLOW THE BLIND (1989)



Blind Guardian es un grupo al que le tengo cierto cariño. Un grupo que por su idiosincrasia no solo recibieron la etiqueta de frikis redomados sino que quizás sean unos de los precursores del power metal noventero que tanto diera que hablar. Pese a que de ese movimiento, por así llamarlo, me gustan habas contadas y, hoy en día, menos todavía, es un grupo no solo más coetáneo con mis circunstancias pues fueron parte importante de la banda sonora de una edad  marcada por un frenesí de rol, novelas de fantasía y ciencia-ficción, comics y todas las mujeres que podía imaginar (es decir, solo las que podía imaginar, ya me entienden). Y bien felices que éramos.

Muchas de estas aficiones y costumbres las mantengo sanamente, al igual que el gusto por este épico grupo que, si bien siguen siendo unos frikazos declarados y orgullosos, no es ni de lejos la primera banda que se acerca a Tolkien, Moorcock y demás (Led Zeppelin, Blue Oyster Cult y Ten Years After, entre otros, ya lo hacían muchísimo antes). Era evidente que un grupo que aunara mi pasión por el rock con otros vicios lo iban a tener fácil con unos oídos como los míos.

Hoy hablamos, por lo tanto, del segundo disco de Blind Guardian, quizás algo más alejado de la imagen que hoy tenemos de ellos y, por supuesto, de su sonido más barroco. Un disco que se adentraba sin temor alguno en terrenos más propios del thrash y el speed sin abandonar su afición por la épica. Esta mayor sobriedad y su producción sin muchos artificios lo convierten en un estupendo disco de metal que a día de hoy me sigue sonando fresco y mejor que mucho material de la corriente que grupos como ellos abrirían.

Primer acierto: una intro en forma de canto gregoriano, Inquisition. Vale que estas introducciones fueron el santo y seña de miles de insípidos y soporíferos grupos de power metal pero esta intro nos traerá recuerdos a los que disfrutamos con la genial Monty Python y los Caballeros de la Mesa Cuadrada. Un punto para los alemanes. A toda velocidad empieza la brutal Banish from Sanctuary, un clásico del grupo que marca las pautas de este disco: metal rápido, contundente y a la yugular. Damned for all Time empieza con un riff al más puro estilo Hetfield en sus buenos tiempos para narrarnos una historia sobre el Campeón Eterno de las novelas de Michael Moorcock, que un servidor devoraba.

A continuación, Follow the Blind comienza de manera siniestra mientras que unos arpegios limpios le otorgan un toque etéreo. Otro gran tema altamente metalero y también con referente literario, Stephen King en este caso. Volvemos a pisar el acelerador con Hall of the King bajo el machacante ritmo del batería Thomen Stauch para posteriormente volver al mundo de Moorcock con Fast to Madness, en este caso presentando a su antihéroe Elric de Melniboné (uno de mis preferidos, por cierto).

Un Beyond the Ice instrumental y de gran factura da paso a uno de mis temas preferidos de la banda, la soberbia Valhalla, con Kai Hansen como estrella invitada. Tema que habré berreado en mil ocasiones (en una de ellas con plus de casco vikingo de veinte duros y bebiendo cerveza de uno de sus cuernos, no recuerdo que noche fue pero fue una gran noche, sin duda) y que encierra la mejor de las esencias de la banda. No en vano, es uno de sus mayores clásicos. Originalmente, el disco cierra con una cachonda y powerizada versión del Barbara Ann de los Beach Boys pero benditos sean los dioses por permitir que en las reediciones del disco incluyeran antes una versión de los cojonudos Demon, Don't Break The Circle, un grandísimo homenaje al metal más clásico del que se movía por círculos pequeños.

Responsables de todo esto, un grupo bien compenetrado formado por dos estupendos guitarristas como Marcus Siepen y el velocísimo André Olbrich, junto al batería Thomen y un Hansi Kursch que por entonces no tenía que desgañitarse tanto. Disco y grupo atado a muchos recuerdos e incluso alguna que otra anécdota cachonda: mi señor padre en Alemania, llamándome para decirme "oye hijo, ¿tú conoces a un grupo que se llama Blín Guardián? Es que tienen pinta de que te gusten y me he tomado una cerveza con ellos aquí...". Este viernes los veremos, a ver cómo se portan pues, como los buenos guerreros, más le vale volver con sus escudos o sobre ellos.

Keep on rockin'!

BLIND GUARDIAN - FOLLOW THE BLIND



  1. "Inquisition" – 0:40
  2. "Banish from Sanctuary" – 5:27
  3. "Damned for All Time" – 4:57
  4. "Follow the Blind" – 7:10
  5. "Hall of the King" – 4:16
  6. "Fast to Madness" – 5:57
  7. "Beyond the Ice" – 3:28
  8. "Valhalla" – 4:56
  9. "Barbara Ann" (The Regents and Beach Boys cover) – 1:43
  • Bonus track
10. "Don't Break the Circle" (Demon cover) – 4:28







martes, 15 de mayo de 2012

DISCOS QUE TENGO TIRADOS POR AHÍ (LIV): ACCEPT - I'M A REBEL (1980)



Se otea un gran concierto por el horizonte, algunos os imaginaréis cual, así que esta semana estoy revisando los tratados de mi biblioteca rockera sobre los aborígenes que me esperan al final del viaje. No son a estas alturas muy misteriosos, la verdad, pero siempre es bueno de imbuirse de su buen hacer. Y precisamente, quien abrirá el concierto será el mismísimo Udo Dirkschneider, embajador de los míticos Accept, así que toca recordar su gran labor al frente de los teutones, en este, por el gran trabajo que hicieron allá en 1980.

Alemania ha demostrado varias veces por activa y por pasiva ser un país ampliamente metalero y exportadora de algunos de los mejores grupos del género. Entre ellos, cómo no, por su calidad y veteranía, encontramos a Accept como punta de lanza. Grupo salvaje, macarra y juerguero como demuestran en este I'm a Rebel, segundo disco del mítico grupo de heavy metal germano. Un disco identificativo del metal tan crudo y de tan buena factura que hacían estos tipos: divertido, directo y que incita a cabecear hasta hacer temblar las vértebras del cuello. I'm a Rebel es un arma mortal cargada con la voz chillona de Udo y con unos riffs de gran calibre cortesía de Jorg Fisher y el eterno Wolf Hoffmann, todo un ejemplo de como se puede hacer un gran disco de heavy metal con sencillez pero echándole corazón y tripas. Así pues, nada de producciones intrincadas ni pirotecnia ni artificios, solo cinco tíos disparando trallazos rockeros. Ni sobra, ni falta, ni podría hacerse mejor.

La mano negra de un allegado de AC/DC en la sombra (George Alexander, pseudónimo de Alex Young, hermano de Malcolm y Angus) es el responsable del bombazo con el que abren el álbum y le dan título. I'm a Rebel es todo un himno a la juerga, o lo sientes o no y, si no es el caso, es algo imposible de explicar. A continuación, uno de mis temas preferidos y, a la sazón, un riff cojonudo: Save Us. Un mayúsculo tema de heavy metal con un gran trabajo de Udo, unas líneas de bajo estupendas y un ritmo entrecortado y contundente que encierra unas secciones geniales con armonías vocales.

No Time To Lose me recuerda a esas baladas de los Rainbow setenteros (a los que tanto Accept como muchos otros les deben bastante), otro gran trabajo que precede a Thunder and Lightning, otra vuelta al metal salvaje y agresivo. Un tema de lo más explosivo, recordatorio de por qué nunca hay que menospreciar a Accept. En la misma onda tenemos la genial China Lady, más hard rock de gran calidad siempre acompañado de una magnífica labor guitarrera.

I Wanna Be No Hero tiene un comienzo que suena más comercial, cuasi discotequero, muy a lo Gene Simmons (algo bastante característico de Peter Baltes, que por cierto lo hace muy bien). El resultado es un tema quizás más accesible pero que no pierde su vis rockera para, acto seguido, atacar con el tema más lento del álbum, The King, donde una vez más se escuchan los ecos de Rainbow entre arpegios de guitarra clásica. Accept echan el telón con otro tema-declaración de intenciones, una excelente Do It poniendo el final a un disco breve pero intenso y me atrevo a decir que un indispensable del metal, por muy manidas que estén este tipo de expresiones pero, ninguno nos imaginamos todo este rollo del metal sin los Accept, ¿verdad?

Un disco que me trajo mi padre desde Alemania (le pedí que me trajera productos autóctonos, claro) y que me lleva acompañando muchos años, toda una joya de entre los discos más auténticos y metaleros de cuantos tengo por aquí.

Keep on rockin'!

ACCEPT - I'M A REBEL


  1. "I'm a Rebel
  2. "Save Us" 
  3. "No Time to Lose"
  4. "Thunder and Lightning" 
  5. "China Lady" 
  6. "I Wanna Be No Hero" 
  7. "The King" 
  8. "Do It" 







jueves, 10 de mayo de 2012

DISCOS QUE TENGO TIRADOS POR AHÍ (LIII): URIAH HEEP - ABOMINOG (1982)



En esto de la música y en más de una ocasión, los veteranos, haciéndose valer del mos maiorum, entran al juego de sus generaciones posteriores abriendo la puerta de una patada y diciendo "abrid paso al tío". Quizás una manera de reivindicar que allí siguen, independientemente de lo acertado o no de esta maniobra. Qué puñetas, yo ya he dado por sentado que en mi senectud seré un talibán rockero que azotaré a las juventudes descarriadas, perdidas entre vaya usted a saber qué ritmos se gestarán en el futuro, a golpe de bastonazo y al grito de "¡a ver si escuchamos a Uriah Heep y nos dejamos de mariconadas, ostia!".

Licencias (y paridas) aparte, algo así tuvo que suceder en el 82 cuando unos curtidos Uriah Heep saltaban a un ruedo algo diferente de lo que ellos ya habían conocido años atrás y con un panorama diametralmente distinto pero en el que, no obstante, se seguía jugando con algunas de las reglas que ellos mismos dictaron (aunque quizás nunca se les haya reconocido su influencia lo suficiente, posiblemente eclipsados por otros nombres). Esa coyuntura junto con un cambio de formación bastante radical podía ser un buen punto de partida para que Uriah Heep pudiera dirigirse tanto a su viejo público como al nuevo por descubrir sin perder su identidad pero sin llegar a caducarse, una labor que parece titánica pero que en opinión de quien esto escribe superan con sobresaliente.

Y el resultado fue este Abominog, disco cuyo nombre me recuerda a las cartas del Magic: The Gathering al que jugaba hace muchos años y portada que me trae reminiscencias de las películas de Charles Band (algo también muy ochentero, por otra parte). Un magnífico disco de hard rock/metal digno de tener su puesto entre los mejores de su estilo de aquella década tan fructífera y que además ejemplifica perfectamente ese eslabón generacional pues su eterno guitarrista Mick Box consigue convencer a su antiguo compañero de cuitas Lee Kerslake, quien a su vez se trae de la mano a Bob Daisley, despedidos ambos por Ozzy Osbourne. Complentando la formación otros jóvenes pero sobradamente experimentados como son Peter Goalby (Trapeze) y John Sinclair (Lion, Heavy Metal Kids, Black Sabbath).

Abominog abre sus fauces con Too Scared Too Run, un enérgico y gran tema rockero que grita a los cuatro vientos lo que pueden ofrecer y ofrecerán estos nuevos Uriah Heep para dar paso a Chasing Shadows, donde no abandonan la contundencia ni la fiereza de las guitarras pero que se adentran en un terreno más propio del AOR y muy presente en todo el álbum, como así revelan los teclados de Sinclair. Ya sabemos que hablar de AOR es hacer referencia a una etiqueta que engloba muchísimas cosas pero baste decir que Uriah Heep siguen por la vertiente más rockera, para que nos entendamos. Al fin y al cabo, son Uriah Heep.

On The Rebound es otro tema que se inclina por esta tendencia AOR pero quizás sea uno de sus temas más comerciales, sin que ello implica que sea mala en absoluto. Se trata de una versión de Russ Ballard, que si es un conocido tanto entre el panorama más comercial como el que no. No será la única versión que encontraremos aquí, pues a continuación podemos escuchar la muy conseguida versión de Hot Night in a Cold Room, que interpretaran John Mellencamp y Steppenwolf anteriormente.

Seguimos con las versiones, en este caso, con el que es uno de mis cortes preferidos del disco: Running All Night (With The Lion), tema que se trajo debajo del brazo John Sinclair de su anterior grupo Lion. Es un tema que me entusiasma y capaz de animarte el día más sombrío. ¿Hay sitio para más versiones? Pues sí; That's The Way That It Is es el siguiente tema, otra gran canción interpretada con mucha energía y solemnidad donde el medio tiempo y las estrofas arpegiadas se combinan con secciones de líneas de bajo a base de notas pedales de excelente manera. No conozco la original pero me puedo quedar con la de estos chicos perfectamente.

El toque baladero lo aporta Prisoner (otra versión, quién lo diría...). Un cambio de ritmo que para nada desentona y que encima suena estupendamente. Esta calma dura poco, pues una breve intro precede al grandísimo riff de Hot Persuasion, gran tema hard rockero de los pies a la cabeza. Posteriormente, un impresionante y épico Sell Your Soul, otro temazo auténticamente rockero y salvaje compuesto para ir cortando cabezas pero todo lo bueno tiene que acabar y así, una excelente Think It Over, un magnífico trabajo vocal de Goalby y otro riff cortesía de Box que ponen el broche de oro a este trabajo.

A día de hoy, Uriah Heep son uno de esos grupos carne de festival (aunque no he tenido la suerte de verlos aún) y que sobreviven a veces con mayor o menor fortuna pero que quizás por cierta debilidad que tengo con ellos, diría que casi siempre tienen algo interesante que ofrecer. Abominog es el ejemplo perfecto de como un grupo guerrero lucha y se sobrepone a una época que quizás pintara algo adversa en sus comienzos pero que combatieron y salieron vencedores luchando con sus mejores armas, unas composiciones tan geniales como aquellas a las que ya nos habían acostumbrado. Resumiendo, un discazo sin igual.

URIAH HEEP - ABOMINOG



  1. "Too Scared to Run" 
  2. "Chasing Shadows" 
  3. "On the Rebound" 
  4. "Hot Night in a Cold Town" 
  5. "Running All Night" (with the Lion)" 
  6. "That's the Way That It Is" 
  7. "Prisoner" 
  8. "Hot Persuasion"
  9. "Sell Your Soul" 
  10. "Think It Over" 

lunes, 7 de mayo de 2012

DISCOS QUE TENGO TIRADOS POR AHÍ (LII): THE BAND - MUSIC FROM BIG PINK (1968)



Hace poco nos dejaba Levon Helm, nombre algo desconocido pero para nada irrelevante dentro de la misma historia de la música norteamericana, pues era parte de un gran todo llamado The Band, ese grupo que saltó a la palestra bajo el cobijo de Bob Dylan y que finalmente dejaron el nido con su propio nombre, al que ellos mismos definían como humilde y presuntuoso al mismo tiempo, para debutar con este gran trabajo que contiene ni más ni menos que lo que predica en su título, las canciones que tocaban en su lugar de reunión, una casa campestre de color rosa, es decir, Music From Big Pink.

The Band propuso en este primer disco una vuelta a las raíces musicales, al igual que otros grupos (The Byrds, por ejemplo) que fueron alejándose de las tendencias más vanguardistas a favor de seguir escarbando en el corazón de la América más profunda, alejándose del panorama actual del momento e incluso quizás del propio Dylan. Ellos prefirieron hacer un disco, por lo tanto, más folkie y bastante intimista, con predilección por las preocupaciones sociales a pequeña escala en sus letras y una sobriedad instrumental en detrimento de unas armonías vocales muy bien trabajadas, pues canta toda The Band al completo y de qué manera. La materia prima, por lo tanto, la tenemos.

Poco más que órgano y voz marcan el comienzo de este álbum con Tears of Rage, un alegato anti-Vietnam expresado en términos shakespearianos y con ritmo pausado. A continuación, tenemos un grandísimo tema de country rock llamado To Kingdom Come, con unas voces muy bien conjuntadas y gran trabajo guitarrero. Además tiene un groove muy divertido, seguro que no se lo pasarían mal en el porche de aquella Big Pink.

El punto más flojo de este disco es en mi opinión el siguiente corte, In The Station. Como tema en la onda del grupo no está nada mal sin ser tampoco la joya de la corona, pero esa intro de teclado que me resulta tan ridícula me pone de los nervios. Quizás son cosas mías, lo siento. Caledonia Mission, no obstante, ya es harina de otro costal y me gusta cómo se pone el disco a partir de aquí. Es un tema más rockero sin perder de vista las geniales melodías marca de la casa, pero todo esto quizás queda eclipsado ante una de esas canciones inmortales, una auténtica obra maestra y piedra angular en el repertorio de The Band como es la magistral y soberbia The Weight. No solo contiene lo mejor del grupo sino que su progresión de acordes tan americana, un estribillo que levanta el espíritu de cualquiera y esas maravillosas armonías vocales lo convierten por derecho en todo un himno. ¡Cuan acertados estuvieron Hopper y Fonda incluyéndolas en esa grandeza del séptimo arte de la época llamada Easy Rider!

Piano y Hammond marcan otro groove de lo más simpático en We Can Talk, otro gran tema con algo de reminiscencias de aquel gospel sesentero y juvenil. Como decía, me gusta la onda en la que entramos en esta segunda mitad del disco. Long Black Veil es un retorno al country sin perder el ojo en el presente en el que viven, al igual que ocurre con Chest Fever, con un sonido más psicodélico a base de Hammond otra vez (que me recuerda bastante a la beatleiana Only a Northern Song) y guitarras con wah-wah, otro de mis temas preferidos del álbum.

Con la bellísima y lenta Lonesome Suzie, damos paso a la parte más dylaniana del disco, pues Dylan en persona colabora en la autoría de los dos últimos temas. This Wheel's on Fire es algo más experimental y no suena mal pero prefiero la siguiente I Shall Be Released, que pese al abuso de falsete se me antoja un buen tema y bastante digno del propio Dylan.

Music From Big Pink es un disco de muy buen rollo y no lo digo tan frívolamente, es un disco que se aprecia y disfruta, música gratia música, sin más. Además, demuestra que Dylan sabía elegir bien, pues el trabajo tanto compositivo como interpretativo de Rick Danko al bajo, Levon Helm con toda clase de percusión, el quizás más conocido por sus trabajos igualmente interesantes Robbie Robertson a las guitarras, que suenan perfectas, y los teclados de Richard Manuel y Garth Hudson, omnipresentes, hacen que The Band no sea una banda de segunda ni, mucho menos, que este disco sea prescindible. Así pues, empezamos esta semana con un poco de esa América sesentera quizás más romántica y menos desorientada con The Band, sin olvidarnos del gran Levon Helm, que en paz descanse en su particular Big Pink.

Keep on rockin'!

THE BAND - MUSIC FROM BIG PINK








sábado, 5 de mayo de 2012

HALL OF FAME: Jonboat Jones, de Hogjaw.


Aquí está un servidor en compañía del orondo a la par que genial vocalista de los tremendos Hogjaw. La calidad de la cámara de mi teléfono no es ninguna maravilla pero se puede ver lo enrollado que es el bueno de Jonboat.

Y sí, en primer plano, el más que estupendo primer disco, que ya tiene el sitio que merece entre mi colección.

jueves, 3 de mayo de 2012

ON TOUR: HOGJAW (1/5/2012)



A la vista del panorama que tenemos, parece ser que el rock sureño no solo no ha muerto sino que goza de buena salud, con una caterva de bandas actuales que, recogiendo el testigo de los grandes de los 70 e incluso los 80, han sabido reivindicar su sitio en la actualidad perpetuando los valores y sonidos tan característicos que hacen grande a este género. Y entre estas bandas podemos encontrar una punta de lanza como Hogjaw, que vienen desde Arizona enarbolando como si fuera la bandera confederada ese viejo rock'n'roll honesto y directo que tan bien se les da y que nos arrolló a los que asistimos a su concierto de ayer en esta ciudad cual si fuera un bronco salvaje en el rodeo anual del pueblo.

Si algo me ha llamado siempre la atención de esos conciertos de Lynyrd Skynyrd, Charlie Daniels Band y demás es ese ambiente fraternal que parece respirarse en el público, donde es habitual encontrar a familias enteras y grandes grupos de conocido. Parece que el sur tira aunque entre un sur y otro haya miles de kilómetros, pues de entre las algo más de cien personas que calculo que asistieron, Miss Marvel y yo nos encontramos con grandes amigos nuestros que ya han aparecido por aquí como el eterno habitual Recluso Tarkovski y el siempre hambriento de estas sureñadas Mr. Hyundai en compañía de la gran Mrs.G, junto a otros menos habituales y, las cosas de los conciertos, llegué a conocer a mi vecino blogero Nortwinds, responsable del genial e indispensable Motel Bourbon. Encontrarme con Nortwinds confirmó lo que me esperaba: que es un tío aún más simpático en persona de lo que ya de por sí es por aquí. Para contrastar su sapiencia y gourmetismo musical, sírvanse visitarles en su motel (tienen el link a la derecha). Todo un placer, Nort.

Así pues y sin muchos preámbulos, subió al escenario el cuarteto yanki tan natural como ellos mismos, ataviados con su habitual guisa à-la-redneck. Hogjaw lo componen Elvis D. al bajo, quien demostró una gran energía no dudando en bajarse del escenario y menearse entre el público; Kwal a las baquetas aporreando salvajemente los parches y llegando a cantar algunos temas a la perfección. La guitarra solista corre a cargo de Kreg Self, discreto y serio pero más que efectivo, conjuntándose maravillosamente a la hora de hacer dobletes, con cierto aroma a Allman Brothers Band, con el también guitarrista, vocalista y frontman Jonboat Jones, una maquinaria pesada que, engrasada a base de bourbon con cola (es de los míos el caballero), escupió rock sureño de alto octanaje. Todo un personaje el orondo cantante, con sus largas barbas, su gorra de camionero y una voz cavernosa que me recordaba un poco a David Allan Coe, compartiendo chistes con Kwal, pidiendo combustible a los camareros desde el escenario e interrumpiendo sus propias digresiones cuando veía que se iba por las ramas ("no more bullshit, let's play").



Con tanta parafernalia relacionada con las armas, algo común en estas sureñadas (y según me contaron, forman parte de una milicia estos chavales), es obvio que saben disparar con bala, pues dieron buena parte de su repertorio, un arsenal que cuenta con tres álbumes en estudio: Devil in the Details, Ironwood y el reciente Sons of the Western Skies. Yo no conocía su repertorio al dedillo ni mucho menos, pero lo que había escuchado de ellos, con la colosal Gitsum a la cabeza, ya me había puesto sobreaviso, y así fue. Vaya que sí. Una salva de perdigonazos rockeros en ráfagas que consiguió poner la sala del revés pese a que el sonido no terminara de ayudar del todo. Ojo, que la culpa no es ni mucho menos de los responsables de la sala, que puedo dar fe de cómo se lo curran, pero es que estos tíos tocaban de una manera y a un volumen que era imposible que no se embarullara. Pero no nos importó en absoluto, pues si los temas propios son dignos de enmarcar no lo es menos la gran versión que hicieron del Going Down de Freddie King y, en los bises y tras la original El Camino, la apoteósica Flirtin' With Disaster de los maestros Molly Hatchet. Bravo, Hogjaw!

Al terminar el concierto pudimos ver que era unos tíos muy majos, completamente accesibles a la hora de charlar con ellos, conseguir que te firmen los discos (el primer álbum ya anda tirado por ahí) y demás. La impresión que nos llevamos no pudo ser más positiva, con Jonboat de lo más cariñoso, despidiéndose entre abrazos, y hablando de música con Kwall, un tío de lo más ecléctico que lo mismo lo flipa con Led Zeppelin que Pink Floyd y Helloween. Gran fin de fiesta solo oscurecido por el hecho de tener que ir a trabajar temprano a la mañana siguiente, con el recordatorio de las cervecitas de rigor. Ay.

Otro punto a favor de los chicos de Retorno a la Escena del Crimen, que siguen acercando bandas tan estupendas y de tan gran envergadura como estos Hogjaw, que a buen seguro tendrán más que decir. Igualmente, nosotros lo estaremos esperando.

Keep on rockin'!