Atronadores decibelios, chirriantes alaridos, infernales riffs, coplas infractoras de varias leyes...en definitiva, buena música.

viernes, 5 de agosto de 2011

DISCOS QUE TENGO TIRADOS POR AHÍ (III): RUSH - 2112 (1976)




Como fanático del rock progresivo y sus excentricidades, uno ya tiene el cuerpo hecho a todo. A pesar de ello, no sabría cómo encajar la idea de un distante futuro gobernado por unos sacerdotes dictadores y un guitarrista que les desafía y que además está basado en la obra de la objetivista Ayn Rand.

Claro que tratandose de Rush no hay nada que disculpar, aunque sea por el mero hecho de tratarse de uno de los discos más cojonudos que albergo, además de uno de mis preferidos de la banda canadiense.

La entrada de Neil Peart había supuesto un radical revulsivo para la banda. El bueno de John Rutsey no lo hacía mal, pero la avalancha de ideas que trajo Peart al grupo más su impresionante talento a las baquetas establecieron una diferencia muy clara. Mucho se ha escrito sobre el talento instrumental de este trío así que no añadiré más, simplemente hablamos de tres de los mejores músicos del mundo cada uno en su rama. Peart, además, llevó a cabo gran parte de la escritura de letras e ideas para discos y con notable acierto.

2112 es, aunque no exclusivamente pero sí por encima de todas las cosas, una maravillosa sinfonía de 20 minutos aproximadamente donde tres tíos se bastan y se sobran para interpretar lo que es todo un hito del rock progresivo que va in crescendo como un subidón de adrenalina, con la guitarra de Alex Lifeson pasando de los sonidos de ciencia ficción a las acusticas para volver a unos magníficos solos y a las cabalgadas salvajes de The Temples of Syrinx (luego dirán los fans más recalcitrantes de Iron Maiden que estos inventaron los caballitos como tantas miles de cosas, en fin...). Resumiendo, 2112 es la perfección. Nunca cae en los excesos más propios de grupos más puramente progresivos y sus 20 minutos transcurren con fluidez y energía.

Pero como dije, 2112 no es sólo la obra conceptual. Se completa el disco con cinco excelentes cortes más: A Passage to Bangkok, genial tema con un riff estilo sabbathiano; la atmosférica The Twilight Zone, la más ligera Lessons, con una gran melodía vocal de Geddy Lee y unos geniales breaks de guitarra en su parte central; la preciosa balada Tears y la enérgica Something for Nothing.

Más alejados de sus primeros trabajos y su influencia de Led Zeppelin, 2112 sería algo irrepetible en la carrera de Rush debido a su constante evolución en cuanto a ideas y sonido. Quizás un punto de encuentro no pretendido entre el hard rock y el rock progresivo que se fraguaban en aquellos años 70 y una escucha obligatoria para los admiradores de dichos sonidos. Nos vamos con The Temples of Syrinx.



Y, como regalo, la rendición por parte de sus aventajados alumnos de Dream Theater de Tears.



Keep on rockin'!

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